Ríos de tinta han corrido recientemente por estos lares provenientes de la administración municipal advirtiendo de los peligros de la Anorexia Nerviosa y la Bulimia para las jovencitas de la ciudad. Nadie niega esos peligros, pero más peligroso aún parece ser que este tipo de enfoque monotemático ha hecho casi invisible otros peligrosos problemas de salud pública, entre ellos el sobrepeso y la obesidad.
Las cifras que se publican en la versión oficial hablan de una de cada tres mujeres con problemas de anorexia nerviosa o bulimia en la ciudad de Medellín. Caso supremamente extraño para mi pues en mi trabajo clínico en colegios y universidades no he podido corroborar esta cifra que mas bien parece acercarse al estándar mundial, aunque posiblemente sea un poco mayor, de cerca de un 5% de la población femenina, pero debo reconocer que mi observación simple no reemplaza un estudio estadístico juicioso.
En cambio, según datos de la Organización Mundial de la Salud, el sobrepeso y la obesidad si alcanzan entre ambos más de un 30% de la población mundial. Datos que paradójicamente muestran que el sobrepeso y la obesidad afectan en general más a la población femenina que a la masculina. (http://www.who.int/infobase/report.aspx?rid=118). En el caso de Colombia, se estima que cerca de 12 millones de personas padecen estos males con lo cual nuevamente estamos cerca del estándar mundial y lo peor es que hacemos muy poco para prevenir su aparición y tratar su padecimiento.
Bajo el punto de vista de la psicología de la evolución es esperable que suceda con mayor facilidad el sobrepeso y la obesidad que la anorexia y la bulimia. Los primeros males son fruto de un organismo como el nuestro diseñado para sobrevivir en la dura selva o en la estepa africana, por lo cual consume toda la energía posible con el fin de almacenarla y, lo que hoy no sucede con mucha frecuencia, usarla luego en largos períodos de hambruna. Los segundos, la anorexia nerviosa y la bulimia, son consecuencia de desórdenes nerviosos multicausales que no deberían afectar significativamente al grueso de la población.
Sin embargo algunos (y algunas) defienden la idea de que la anorexia es el resultado de una sociedad machista que manipula a las mujeres a través de los medios masivos de comunicación y la publicidad troquelando sus mentes y sus cuerpos. Es indudable que muchas veces los modelos de belleza patrocinados son poco sanos y realistas pero de ahí a considerar que en sociedades “más avanzadas” que la nuestra casi nunca se presenta la anorexia en proporciones semejantes o que esta triste enfermedad casi no existía antes de los mass media, hay un largo trecho.
Oliverio Toscani, fotógrafo reconocido a nivel mundial por sus irreverentes campañas para Benetton, decía recientemente al ser interrogado sobre una campaña diseñada por él mismo contra la anorexia: “la moda generalmente es hecha y diseñada por homosexuales y a ellos no les interesa para nada la mujer, al contrario, quieren que sus modelos sean flaquísimas para que no opaquen sus diseños”. No creo necesariamente que la anorexia sea culpa de los homosexuales o la moda, pero tampoco creo que sea responsabilidad de los hombres heterosexuales.
Y no son sólo el sobrepeso y la obesidad, También están la hipertensión, el estrés, la diabetes, que podría prevenirse en muchos casos, la desnutrición infantil, el cáncer de seno, de próstata, el cigarrillo, las drogas, el consumo de alcohol y las prácticas sexuales de riesgo, sólo por citar algunos ejemplos, en los que podría hacerse un mejor trabajo de profilaxis y educación pero que se reducen casi siempre a unos pocos esfuerzos aislados.
Considero que la salud pública es responsabilidad de todos y todos debemos participar de este debate, con cifras y datos reales en la mano que nos permitan diseñar programas que enfrenten los problemas de toda la población y no sólo de una de sus partes. No dudo de la importancia de prevenir la extrema delgadez pero creo que hay muchos otros frentes por los cuales trabajar por el bien de todos y para que no quede la impresión de que en vez de la salud pública, lo que realmente interesa a sus emisarios es promocionar otra idea igualmente extrema, esta vez ya no comercial pero sí política.