La vida sexual en la Unión Soviética

Álvaro Corazón Rural hace un interesante recorrido por la vida sexual se los soviéticos durante mitad del siglo XX para evidenciar como el sistema político e ideológico tiene una fuerte influencia, no solo en la vida pública sino también en la vida privada de los Homines sapientes. A ontinuación reproducimos unos interesantes apartes de su texto, convencidos de que servirá para reflexionar sobre el papel de la psicología en tiempos de absolutismos y totalitarimos como los que, lejos de desaparecer, han comenzado de nuevo a estar más presentes que nunca en el mundo en que vivimos.

«En la época de Stalin la frigidez femenina era un fenómeno masivo. Conviene recordar a tal fin que la mejor manifestación de feminidad quedaba inmediatamente catalogada como decadente y burguesa. Si una mujer usaba lápiz de labios o se atrevía a lucir prendas abigarradas, ya podía estar segura de sufrir las agresiones verbales de los transeúntes y de tener que presentarse en una reunión de las juventudes comunistas o del sindicato, donde la censuraban. Si a este factor ideológico le añadimos la tradicional docilidad y el aplastamiento de la mujer, comprenderemos cómo ha podido ocurrir que una actitud indiferente con respecto al sexo haya llegado a ser un modelo de comportamiento femenino».

La famosa filósofa y activista francesa Simone de Beauvoir había iniciado una campaña para exigir la liberad del médico endocrinólogo Mijail Stern, miembro del Partido Comunista, condenado a trabajos forzados en un campo de concentración soviético. Estaba acusado de recibir sobornos y envenenar niños (sic), además de no disuadir a su hijo de que emigrara a Israel, como le había pedido el KGB que hiciera. En marzo de ese año fue puesto en libertad y obtuvo permiso para salir de la URSS con su familia. Dos años depés, en París, publicaría su libro sobre la vida sexual en la Unión Soviética.

«La vida sexual en la Unión Soviética no es un análisis como La tragedia sexual americana de Albert Ellis, un trabajo que era el resultado de un estudio metódico de la cultura popular, estadísticas fiables y encuestas a grupos de pacientes. La obra de Stern es un compendio de recuerdos y deducciones sin más rigor científico que el de la propia experiencia de este médico en la URSS. Está, además, escrito desde las tripas. Su autor, que ya soportó la represión estalinista, estaba recién salido de un campo de concentración en los 70, por lo que no le tenía mucha simpatía precisamente al comunismo en ese momento».

Y continúa Corazón más adelante, afirmando:

«Eso sí, antes, hay que tener en cuenta lo que supuso la Revolución rusa. Con los bolcheviques, el país pasó en gran parte de su territorio del feudalismo al desarrollo industrial en un plazo muy breve de tiempo. La mentalidad campesina seguía presente en una población que tenía que demostrar al mundo que estaba formada por hombres de una nueva sociedad. Este proceso, el cambio que se llevó a cabo, se hizo a base de propaganda, adoctrinamiento y represión».

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Asevera el autor que el destape propiamente dicho, no se produjo hasta la llegada de Glasnost de Gorbachov, cuando empezó a circular pornografía libremente, y aparecieron por primera vez desnudos en televisión pero ya había existido entre los rusos ancestrales, una convivencia más o menos normal con el sexo sin una carga exagerada de culpa, como si secedía en las comunidades judiocristianas de la época de principios de siglo.

«El sexo no era considerado como una actividad culpable entre los campesinos rusos. Existían múltiples canciones populares de carácter sexual e incluso fiestas aldeanas donde se llegaba a relaciones libres entre ambos sexos. Tampoco estaban mal vistas en algunos casos las relaciones preconyugales. Pero todo en el contexto de una sociedad patriarcal y machista hasta el extremo.

El domostroi, una especie de regla de vida doméstica del siglo XVI, recomendaba al marido azotar a la mujer, evitando en la cabeza o las partes sensibles del cuerpo. Pegar a una mujer una realidad tan corriente que incluso algunas canciones populares lo enaltecían.

«Cuando llegó la ruptura, durante los primeros meses de la revolución leninista, en los años 20, hubo un periodo de locura colectiva. La subversión política y económica, con el hundimiento de las instituciones tradicionales, llegaba también de la mano de un deseo de liberación sexual. Hubo manifestaciones de nudistas. Se crearon ligas del amor libre. La juventud estaba exaltada.

El malestar entre los dueños del cotarro tampoco tardó en notarse. Había un problema que superaba incluso el disgusto de los campesinos y sus formas de vida tradicionales: el dominio de la población y el mencionado cambio al “hombre nuevo”. Desde el poder, empezaron a llegar señales conservadoras con, por ejemplo, la definición de la sexualidad desde una óptica ideológica:

Sentir atracción sexual por un ser que pertenezca a una clase diferente, hostil y moralmente ajena, es una perversión de índole similar a la atracción sexual que se pudiera sentir por un cocodrilo o un orangután. (ZalkindRevolución y juventud, 1925)».

La medicina oficial soviética comenzó a repetir con obstinación que el despertar sexual de la mujer se daba después de nacer el primer hijo cuya incongruente afirmación no pretendía remediar la frigidez uq ehbá comenzado a aparecer, sino más bien estimular la natalidad decreciente, lo que era un grave problema para el crecimiento industrial y económico de la nueva nación.

«Los hijos tenían que ser pioneros, prestarle juramento al régimen, y el padre un dechado de virtudes “hiperproletarias” que “no hace apenas el amor y suele relegar incluso el amor platónico a un mañana mejor”. Amar a tu media naranja era egoísmo propio del pasado reaccionario. La pareja, la familia, se asentaba en el amor al radiante porvenir.

Los roles, por ridículos que pudieran parecer, se mantenían con la intervención del Estado en todos los órdenes de la vida mediante la delación. Había cónyuges que se denunciaban entre sí. A un niño que denunció a su padre durante la colectivización, Pavlik Morozov, se le levantaron estatuas por todo el país. Los vínculos familiares y el occidental amor romántico pasaron a ser un engendro de relaciones ideológicas y “amor de clase” bastante poco realista con las pulsiones humanas».

 

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Pero al igual que en los barrios marginales de las ciudades Latinoamericanas, un punto determinante para explicar las dificultades que experimentaba la vida sexual de los soviéticos era el problema del acinamiento en la vivienda. Durante muchos años la mayoría de la población de las ciudades compartía apartamentos donde, en cada habitación, residía una familia entera. Esto acarrea claras dificultades para los encuentros íntimos. Las parejas tenían que buscar el momento en el que los abuelos se iban de paseo con los nietos para sostener relaciones sexuales.

«Los cementerios, los parques y los taxis, a cambio de una botella de vodka para el conductor, se convirtieron en los picaderos habituales de las parejas menos doblegadas por la propaganda y el adoctrinamiento sexual.

Al mismo tiempo, muchos ciudadanos tenían miedo de las apariciones nocturnas de la policía en los domicilios. Un pánico que, si les había tocado alguna vez, no olvidaban jamás. Stern detectó que este estado de ansiedad había llevado a la impotencia a muchos hombres. Y en las mujeres, frigidez. Incluso un síntoma curioso, que los músculos vaginales experimentaran una contracción súbita al más mínimo sobresalto durante el acto y la pareja se quedaba “pegada”.

Además, con este panorama, los manuales médicos soviéticos más acreditados recomendaban sexo no más de una vez al día y con una duración tampoco superior a un minuto. Gustarse haciendo el amor podía causar problemas mentales, advertía la medicina de aquel tiempo. Por no haber, no existía ni traducción para la palabra “orgasmo”, se decía un triste y proletario “terminar”.

Besarse en la calle equivale a cometer una porquería. Permitirse fantasías eróticas en las técnicas sexuales supone convertirse en adepto del marques de Sade. Prolongar la duración del acto sexual es jugar con fuego y arriesgarse a los más graves trastornos neuróticos.

De este modo, varias generaciones de soviéticos vivieron sin intimidad, con la tensión propia de un estado policial y martilleados por la propaganda, desconocíeron prácticamente todo sobre su cuerpo y la salud sexual y reproductiva. Un acontecimiento no poco significativo para la vida de millones de personas, que padecieron la desaparción casi total de su intimidad, a manos de un régimen totalitario, que en aras del amor común, acabo no solo con las expresiones del amor de pareja sino también con las del mismo amor comunitario que pregonaba.

 

Llinás encontró la droga contra el Alzhéimer, solo falta la patente

Llinás encontró la droga contra el Alzhéimer, solo falta la patente
Por: Margarita Vidal para la Revista Credencial

La reina de España entregó esta semana el IV Diploma Cajal al investigador neurólogo bogotano Rodolfo Llinás por su contribución a las neurociencias y sus aportaciones al conocimiento del funcionamiento cerebral. El presidente del Consejo Superior español de Investigaciones Científicas, Emilio Lora-Tamayo, calificó al investigador colombiano de “una de las figuras más relevantes de la neurociencia actual” y recordó que el centro que preside ya decidió otorgarle el pasado año su máxima distinción, la Medalla de Oro.

Son pocas las entrevistas que el científico Rodolfo LLinás concede a los medios, y esta es una de las más recientes, publicada originalmente en la revista Credencial. Llinás cuenta cómo está a un paso de ganarle la batalla al Alzhéimer.

¿Ha hecho nuevos descubrimientos después de los publicados en el cerebro y el mito del yo?
Desde el punto de vista del sistema nervioso hemos encontrado una llave importantísima en neuropsiquiatría: lo que hemos llamado ‘disritmia en el tálamo cortical”. Estoy organizando un simposio internacional al respecto, porque reúne la neurología y la siquiatría y le da bases biológicas a muchas enfermedades que no se pensaba que estuvieran relacionadas. Ha sido una situación muy complicada porque la gente no estaba preparada para entender que psiquiatría y neurología son lo mismo. A muchos les parece increíble que uno pueda entender, desde el punto de vista de la actividad celular, cosas como la depresión, la esquizofrenia y cuestiones más complejas como el dolor central o un tinnitus, que es espantoso. Estas situaciones son estados funcionales de un cerebro que no está trabajando bien. La diferencia entre un tinnitus, un dolor central y la depresión no es el mecanismo que los produce, sino dónde se producen. El mecanismo es muy similar y se puede ver dónde está. Esto ha sido muy importante porque demuestra que pensar, crear, memorizar y todas las patologías son simplemente estados funcionales del cerebro. Es un concepto que le resulta chocante a muchos porque, de algún modo, se está negando lo que se ha considerado algo así como ‘el alma’.

¿Entonces el alma como la entendemos, no existe?
-No. Es un estado funcional del cerebro, pero el tema todavía resulta difícil de digerir para mucha gente. La respuesta que muchos dan es: “Bueno, sí, si usted lo dice… pero no entiendo bien cómo un estado funcional del cerebro se puede modular o corregir mediante la palabra” (el psicoanálisis es hablado y la gente se mejora). Y yo les contesto que las palabras cambian el cerebro.

¿En qué forma?
-Si yo le digo a una persona que es ‘malnacida’, responde agresivamente. Entonces, las palabras son como piedras; pueden hacer bien o daño, porque cambian el estado funcional del cerebro.

¿Es porque producen emociones?
-Exactamente, las emociones se pueden correlacionar. Antes se pensaba que no, y la realidad es que sí: yo puedo ver en el cerebro cuando alguien está bravo, triste o con dolor. Pero a la gente le resulta profundamente complejo y difícil de aceptar que la mente ―que era casi intocable― se reduce a una situación ‘cuchareable’, y su conclusión temerosa es: “Solamente hay dos posibilidades: que el paciente esté bien o que esté mal. Si está bien, no ha pasado nada porque no hubo necesidad de tratamiento. Pero si está mal, ¿qué hacemos nosotros? Lo que usted nos está diciendo es que estamos aplicando un sistema que no es”.

¿Se sienten corriendo un riesgo?
-Pensaban que estaban corriendo un riesgo hasta que les conté lo que he entendido y, además, que tengo las primeras imágenes que se han visto en el mundo del cerebro en medio de ese proceso. Ejemplo: si una persona que tiene una depresión va a donde el psiquiatra y el psiquiatra le hace una sesión de psicoterapia, el cerebro cambia y la persona se siente bien. Ese cambio es medible físicamente con un magneto-encefalograma.

¿Cómo se representa?
La actividad cerebral cambia según la clase de actividad osciladora: palabras, música, olores, ruidos, etc. El magneto-encefalograma registra zonas de diferentes tonalidades en determinados sitios del cerebro. Entonces podemos demostrar que las emociones son estados físicos que ponen a la gente a vibrar. Se ha abierto una puerta profunda: podemos ver la actividad cerebral y debemos analizarla sin prejuicios. Antes se auscultaba el cuerpo y se diagnosticaba: cáncer, tuberculosis, sida. Ahora hemos llegado a la misma posibilidad con el estado cerebral y podemos ver si el tratamiento está sirviendo o no. Es una revolución.

¿Cree que este descubrimiento es el más grande de su carrera como investigador?
-Eso solamente la historia lo dirá, pero estos resultados son secundarios, derivados de otros, obtenidos hace varios años ya.

¿Cuáles?
-Que el cerebro tiene ritmos intrínsecos dados por canales iónicos. El cerebro humano, producto de 500.000 años de evolución, es un sistema capaz de hacer hipótesis sobre lo que hay afuera. Un aparato para soñar, y los sueños ocurren de dos maneras, cuando estamos dormidos y durante la vigilia. No es fácil de entender cuando uno dice que no hay colores, ni sabores, ni olores, etc., indicando que la característica sensorial la inventamos nosotros.

¿Me da un ejemplo?
-Una vaca no ve colores, y si uno es daltónico tampoco ve colores, o sea que los colores no existen afuera, lo que existen son ondas de luz que tienen diferentes frecuencias.

La Reina Sofía de España le entregó el IV Diploma Cajal por su contribución a las neurociencias y sus aportaciones al conocimiento del funcionamiento cerebral.

La Reina Sofía de España le entregó el IV Diploma Cajal por su contribución a las neurociencias y sus aportaciones al conocimiento del funcionamiento cerebral.

¿Por qué evolucionó el cerebro humano?
-Para poder movernos inteligentemente. Si no nos movemos, no necesitamos cerebro. Por ende las plantas no tienen cerebro. Los seres multicelulares pueden cambiar de tamaño, pueden cambiar de complejidad, pero si pensamos en la biología, las células multicelulares en los animales son iguales, porque tenemos el mismo ADN, las mismas proteínas, las mismas enzimas. Quiere decir que la evolución está creando diferentes posibles soluciones.

¿Cómo cambia eso nuestra concepción de la biología?
-Hemos hecho la historia de la biología basada en la forma externa del animal; ¿por qué no rehacerla en una forma más profunda, basados en el cerebro, en vez de en las tonterías que observamos externamente? De esta manera podríamos intentar entender el estado funcional del animal mismo. Nunca le he dicho a nadie esto, pero significa que vamos a reformular la biología basada en la complejidad del sistema nervioso y no en el número de plumas, pelos, dientes, alas, etc.

Un ejemplo, por favor.
-Si uno mira un murciélago, piensa que es un ratón que vuela, pero si mira su cerebro ve que la diferencia es enorme porque el cerebro del murciélago tiene una cantidad de características que el de la rata no tiene. Pero eso se develará en el futuro porque no tenemos suficiente conocimiento del cerebro como para poder hacer una reorganización de la historia de la biología, basada en su estructura, pero ya se hará. En la medida en que entendamos más que las características prominentes de la anatomía no son necesariamente el común denominador más amplio, vamos a entender más. Es un factor importantísimo porque lo que entendemos de la naturaleza, de lo que somos, de las enfermedades, de la política, de la música y de lo que usted quiera, tiene que ver con el tipo de cerebro y lo que este hace.

Si uno mira uno de sus magneto-encefalogramas del cerebro, ¿dónde se ubican las emociones como ira, dolor, amor y nostalgia?
-El cerebro humano es sumamente interesante; tenemos una masa más o menos de kilo y medio, de un sistema que ha evolucionado de tal modo que tiene especialidades como la parte de adelante que es intelectual, o la parte de atrás, que es sensitiva. Está el área del hipocampo y del hipotálamo, y una pequeña: las emociones, que son sumamente primitivas y por eso cuando estamos emocionados nos convertimos también en animales primitivos.

¿En el hombre ha crecido más la parte frontal, la inteligencia?
-Sí, desde el punto de vista de afinar la vista y el tacto, el equilibrio, la audición, el olfato, etc. La corteza cerebral analiza todos esos aspectos y aumenta las propiedades de lo que está en el centro. Entonces tenemos inteligencia emocional, para distinguir, por ejemplo, lo que nos gusta de lo que no, y experimentar una enorme cantidad de emociones y habilidades diferentes. Un pájaro canta pero solamente puede cantar una melodía porque tiene un sistema cerebral muy sencillo; el humano puede componer cualquier clase de música, de modo que tiene la capacidad de especificar grados de medición, de sensaciones y, además, de realizar movimientos que a cualquier otro animal le quedaría imposible hacer. Es decir, tiene una destreza increíble.

¿Somos una especie de micos evolucionados?
-Somos simiescos, antropoides, a tal nivel, que las proteínas y la genética son muy similares. Pero nosotros somos animales que nos hemos especializado en complejidad y hemos desarrollado el lenguaje y la ciencia, la música y la arquitectura, en fin. Pero a pesar de eso, seguimos siendo esclavos de las emociones.

¿En qué forma y por qué?
-Porque lo intelectual no tiene valor en sí mismo si no se acopla con un componente emocional. Si usted es científico y encuentra algo nuevo, experimenta un placer increíble, pero si le echan vainas por lo que dice, sufre casi como si le dieran un palazo en la cabeza. Entonces, personas que no tienen competencia emocional son orates. No funcionan. Y si esa área se daña, la persona no se mueve, no porque esté paralizado, sino porque se convierte en autista, pierde el deseo de moverse. La gente cree que la emoción es estar con rabieta, enamorado, nostálgico… pero no es verdad: el estado emocional es el que hace que la gente se levante, camine, hable o no hable. Que funcione.

Pasando a otro tema, ¿qué son enfermedades como el Alzheimer?
-Lo que ha pasado con el Alzheimer es muy interesante porque ya sabemos cómo funciona y que hay drogas que pueden mejorar ciertos tipos de la enfermedad. Lo que hay que hacer ahora es un estudio mucho grande.

García Márquez escribió el prólogo del libro El cerebro y el mito del yo de Llinás.

García Márquez escribió el prólogo del libro El cerebro y el mito del yo de Llinás.

¿Usted está dispuesto a hacerlo?
-No, porque lo que sigue ahora es una parte netamente económica y a eso no le jalo. No tengo el tiempo. Cuatrocientas personas es un buen universo, pero quieren más. Hice la investigación, sé exactamente qué está pasando, cuál es el mecanismo y dije: “Aquí está la droga”. No lo hemos publicado todavía porque estamos haciendo la patente. Luego viene el tema de quién va a fabricar la droga, quién la va a vender, si será tomada, o en parche, en fin, cosas que ya no son de mi resorte.

Lo fundamental es que ya hay una solución para el Alzheimer.
-Sí, descubrimos el mecanismo por el cual se produce. De pronto la manera ideal de mejorar la enfermedad no es solamente la droga que nosotros tenemos, sino que es una de muchas posibles.

¿Qué es lo que pasa en el cerebro con el Alzheimer?
-A muy grandes rasgos, una proteína especifica se fosforiliza, se vuelve tóxica y entonces no se mueven las cosas dentro de las células. Puede pasar por muchas razones, pero el punto de ataque va a ser siempre el mismo y es que una molécula final se vuelve tóxica. Si impedimos eso, no hay Alzheimer.

¿Y usted cómo descubrió eso?
-Pensando, analizando y trabajando el problema.

La Asociación Británica de Psicología llama al cambio de paradigma en salud mental

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Tras el anuncio del Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU. (National Institute of Mental Health – NIMH) de dar la espalda a la clasificación del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders – DSM) y elaborar una nueva clasificación diagnóstica basada en marcadores objetivos y biológicos, la División de Psicología Clínica de la Asociación Británica de Psicología (British Psychological Society – BPS) aviva aún más la polémica mostrando su oposición a la aplicación del modelo biomédico para la comprensión de los trastornos mentales.

Con esta finalidad ha hecho pública, el pasado 13 de mayo de 2013, la Declaración de Posicionamiento sobre la clasificación de la conducta y la experiencia en relación con los diagnósticos psiquiátricos funcionales – es el momento de un cambio de paradigma (Position Statement on the Classification of Behaviour and Experience in relation to Functional Psychiatric Diagnoses – Time for a Paradigm Shift).

En dicho comunicado, la División de Psicología Clínica de la BPS realiza un llamamiento internacional para el abandono definitivo del modelo de “enfermedad y diagnóstico” en salud mental, manifestando que “es oportuno y apropiado afirmar públicamente que el actual sistema de clasificación diagnóstica, en el que se basan el DSM y el CIE, con respecto a los diagnósticos psiquiátricos funcionales, presenta limitaciones conceptuales y empíricas significativas. Por consiguiente, es necesario realizar un cambio de paradigma en relación con las experiencias a las que se refieren dichos diagnósticos, hacia un sistema conceptual que no esté basado en un modelo de enfermedad”.

Calificado en varios medios de comunicación como “una acción atrevida y sin precedentes para un colegio profesional”, el llamamiento de la División de Psicología Clínica de la BPS ha causado un gran revuelo en el campo de la medicina y ha sido portada de una de las publicaciones de mayor impacto en el Reino Unido, The Observer, un suplemento de la revista The Guardian, a través de una serie de artículos: Medicine’s big new battleground: does mental illness really exist? (Nuevo campo de batalla en la Medicina: ¿existe realmente la enfermedad mental?) y Psychiatrists under fire in mental health battle (Los psiquiatras bajo el fuego de la batalla en salud mental).

En resumen, si bien la División de Psicología Clínica de la BPS reconoce que un sistema de clasificación resulta fundamental en medicina para facilitar la comunicación, seleccionar la intervención, identificar la etiología, predecir los resultados y proporcionar una base para la investigación, no hay que olvidar que “para que sea eficaz debe ser un sistema fiable y válido” y no ser objeto de continuas revisiones que “ponen en evidencia su falta de validez”.

A este respecto, la División de Psicología Clínica de la BPS señala que los llamados diagnósticos “funcionales” –esquizofrenia, trastorno bipolar, trastorno de la personalidad, trastorno por déficit de atención, etc.- se presentan como una declaración objetiva de los hechos, pero son, en esencia, juicios clínicos basados en la observación y la interpretación de la conducta y del auto-informe del usuario, por lo que están sujetos a variaciones y sesgos, lo que limita su validez. Además, la División de Psicología Clínica de la BPS advierte que estas formas de clasificación generan perjuicios en la práctica clínica, tales como la creciente medicalización de los problemas de ansiedad y del comportamiento (cuyo impacto es mucho más grave en el caso de los niños y adolescentes), entre otros inconvenientes.

Por el contrario, existen pruebas concluyentes de que el sufrimiento humano es el resultado de una compleja combinación de factores psicológicos y sociales, argumenta la División de Psicología Clínica de la BPS, y la ciencia ha validado repetidamente la eficacia de la evaluación psicológica, la formulación psicológica y la intervención psicológica en el tratamiento de estos problemas donde la etiología psicosocial desempeña un papel crucial. En su Declaración, la División de Psicología Clínica de la BPS se posiciona a favor de la formulación psicológica (en vez del diagnóstico psiquiátrico) e insta a estrechar la colaboración entre los usuarios de los servicios de salud y los diferentes profesionales sanitarios para elaborar un sistema que tenga en cuenta el origen biopsicosocial del sufrimiento humano.

De esta manera, y tan sólo unos días antes de que se de a conocer el nuevo manual diagnóstico DSM-V, la Declaración de la División de Psicología Clínica de la BPS siembra el revuelo en el mundo científico, al igual que lo hizo el NIMH la semana pasada. No obstante, y si bien tanto el NIMH como la BPS ponen en duda la utilidad de las actuales clasificaciones en salud mental, existe una crucial diferencia entre ambas entidades. Mientras que el NIMH (así como un creciente grupo de eminentes psiquiatras que tampoco apoyan estos sistemas de clasificación) continúa empeñado en seguir el modelo biomédico a toda costa – mediante la búsqueda de biomarcadores inequívocos y partiendo de una postura muy poco científica que asume como verdadero algo que todavía la ciencia tiene que demostrar, esto es, que los trastornos mentales son trastornos biológicos -, la BPS considera que existe una clara justificación y necesidad para un cambio de paradigma en relación con los diagnósticos psiquiátricos funcionales, decantándose a favor de un enfoque multifactorial, que contextualice el malestar y la conducta, y que reconozca la complejidad de las interacciones implicadas en la experiencia humana.

Finalmente, en un intento de llegar a un entendimiento con todas las partes implicadas, la División de Psicología Clínica de la BPS aclara en su Declaración que “esta postura no debe interpretarse como una negación del papel de la biología a la hora de mediar y posibilitar las experiencias humanas, las conductas y el malestar en todas sus manifestaciones”, así como que tampoco pretende atacar a ninguna otra profesión sanitaria, sino a los modelos teóricos que se aplican en la comprensión de la naturaleza de los trastornos mentales.

Se puede acceder a la Declaración de la División de Psicología Clínica de la BPS en el siguiente enlace:
Position Statement on the Classification of Behaviour and Experience in Relation to Functional Psychiatric Diagnoses – Time for a Paradigm Shift

Fuente: Infocop España