El juego de los cuervos

Es probable que los cuervos y otras especies similares de pájaros se encuentren entre los animales que mejor se han adaptado a los continuos cambios en las condiciones del entorno, desde el surgimiento de las aves hace más de 100 millones de años.

Los córvidos (Corvidae), familia a la que pertenecen una gran cantidad de especies como el cuervo, la urraca o las grajillas, han colonizado los más diversos nichos ecológicos y habitan en casi la totalidad de las latitudes del planeta Tierra. Esta historia de éxito no es de extrañar si tenemos en cuenta que los córvidos son considerados como la familia de aves con una mayor inteligencia desde el punto de vista humano.

Entre otras, tienen la capacidad de construir y modificar herramientas para conseguir alimento, algo que requiere hacer una representación mental previa del resultado final. Quizás sea esta capacidad, la razón por la que cuentan también con la gama de comportamiento de juego más compleja y diversa: juego social, juego con objetos y juego locomotor.
Esta hipótesis es posible, ya que según datos publicados por Joseph Ortega y Marc Bekoff, las aves en las que encontramos una variedad de juegos más amplia son las que tienen un lóbulo frontal más desarrollado, como es el caso de los Passeriformes, orden a la que pertenecen la familia de los córvidos.
Juego entre mascotas.

Aunque aún no existe una definición del juego en animales que haya sido aceptada por todos los científicos, la que más simpatías despierta hasta el momento es la elaborada por el etólogo Marc Bekoff, quien lo describe como: “toda actividad ejecutada después de nacer, que parece no tener objetivo alguno, en el que los patrones locomotores de otros contextos son usados mediante formas modificadas o secuencias alteradas”.

Bekoff está convencido de que los animales, o al menos lo parece, nos involucramos en comportamientos de juego solo por la «diversión de hacerlo». Gracias a que es placentero por sí mismo, reforzamos una tendencia que favorece el entrenamiento de habilidades físicas, emocionales y sociales, que serán clave en nuestra supervivencia.

Fuente: Somosprimates.com

Cara a cara de las aves más listas

Por: Ramiro Velásquez Gómez

Pintadas en la pared no están cuando de inteligencia se habla. Antes, por el contrario, andan en primera fila y, en algunos casos, superan a los grandes simios.

El cuervo de Nueva Caledonia es experto en solucionar con lujo de competencias distintos problemas y en conocimiento físico, lo que se conoce de tiempo atrás.

La lora alpina de Nueva Zelanda no es experta en manejar herramientas, pero se defiende bien resolviendo problemas.

El caso es que científicos encabezados por Alice Auersperg, del Departamento de Biología Cognitiva de la Universidad de Viena compararon las habilidades de estas dos aves, que, como expresó a EL COLOMBIANO la investigadora, son las que más dominio físico muestran, reconociendo que dentro de los córvidos y loros hay otros exponentes que se desempeñan «igual o mejor que grandes simios en tareas cognitivas».

Auersperg encabezó dos publicaciones que aparecieron al tiempo, una en Plos One en donde se compararon las dos especies y otra en Biology letters sobre el manejo de herramientas tipo palo en el kea o loro Nestor notabilis , de Nueva Zelanda.

Varios individuos de las dos especies fueron dispuestos para realizar varias tareas, luego de las cuales obtenían una recompensa alimenticia: insertar una bola por una cavidad, insertar un palo para obtener el alimento, y abrir la tapa de la caja halando de un gancho y así alcanzar su comida.

«Fue interesante seleccionar el cuervo de Nueva Caledonia, que manufactura y usa herramientas naturalmente para capturar larvas, y el loro que desarrolla formas simples de uso de herramientas en cautiverio».

Los animales, explicó la coautora Gyula Gajdon, podían escoger cuál solución querían emplear primero. Una vez establecida la solución y la habían usado cierto número de veces, se les bloqueaba la entrada para forzarlos a elegir otra. Los loros fueron más prestos a cambiar de solución.

Un solo individuo de cada una de las especies fue capaz de solucionar todos los retos. Como son dos especies distintas en medio ambiente y experiencias diferentes, se usó una caja transparente de múltiples accesos para sortear ese inconveniente.

Los animales no fueron entrenados previamente, pero sí habían estado en experimentos en otros contextos, aunque reconoció que algunas de las soluciones puede que no hayan sido resueltas por sujetos completamente ingenuos.

Por eso se adelantan otros estudios con estos animales en su ambiente natural.

Hay varias razones para tratar de explicar las notables habilidades de estas dos aves.

«Los loros y los cuervos tienen un tamaño del cerebro anterior (prosencéfalo) relativamente similar al de los grandes simios. También tienen periodos juveniles extensos en relación con su ciclo vital y con frecuencia viven en grupos sociales complejos y han demostrado una inteligencia tipo gran simio en distintos experimentos», explicó Auersperg.

Para profundizar más, los investigadores planean exponer otras especies a las mismas tareas que enfrentaron el cuervo y el loro.

Genios de la naturaleza.

Contexto

1. Los loros encontraron dos de tres soluciones en los primeros 10 intentos, más rápido que los cuervos. Cuatro tuvieron éxito con el palo.
2. El kea es endémico de Nueva Zelanda. Es verde con algo de rojo bajo las alas. Mide 45 cms y es reconocido por desarmar objetos con rapidez.
3. El cuervo de Nueva Caledonia mide unos 40 centímetros. Es muy hábil para usar herramientas, explicó el investigador Ludwig Huber.
4. Urracas, arrendajos, cuervos comunes y loros como el gris africano han mostrado habilidades cognitivas como los grandes simios.

Fuente: Elcolombiano.com

«Los humanos no somos los únicos seres con emociones»: Jane Goodall


La voz suave de Jane Goodall, la célebre investigadora británica, no se altera ni cuando denuncia la «barbarie» que supone la experimentación con animales, ni cuando raya la poesía para recordarnos que «los humanos no somos los únicos seres con emociones».

La doctora Goodall, famosa por sus descubrimientos sobre el comportamiento de los chimpancés en la reserva de Gombe (Tanzania), sólo levanta la voz cuando entona un rítmico canto onomatopéyico similar a un «u,u,u» a modo de un saludo simiesco con el que inicia su intervención celebrada hoy en el Parlamento Europeo, en Bruselas.

Lo hace con la naturalidad ganada tras cincuenta años observando de cerca a estos primates, su mejor credencial por delante incluso de los numerosos reconocimientos internacionales que ha recibido, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de Investigación 2003.

Desde su experiencia, Goodall está decidida a hacer reflexionar, no sólo a la comunidad científica, sino también a la gente ordinaria sobre cuestiones como la superpoblación, la conservación del medio ambiente o el maltrato animal.

«Veinte años atrás, había muchos experimentos con animales que los investigadores decían ‘tenemos que hacer por la salud de los humanos’, pero durante estos años se han descubierto muchas alternativas», asevera.

A sus 76 años, Goodall no sólo se muestra reivindicativa, sino que también conmueve a la audiencia de la conferencia que ofrece en el corazón de Europa, más de 340 niños y jóvenes de 27 nacionalidades distintas.

Esta visita es una más de la gira mundial que está realizando para celebrar el mencionado aniversario y concienciar sobre la necesidad de conservar el medio ambiente, que también la ha llevado por España, donde visitó a principios de mes Madrid, Sevilla y San Sebastián.

Goodall ama a sus chimpancés, tanto por su actividad intelectual «tremenda» que les permite aprender y emplear la lengua de signos o resolver algunos problemas de lógica, como por ese «lado oscuro» que, como las personas, también encierran en sí mismos.

«Los humanos no somos los únicos con personalidad» reivindica Goodall, quien garantiza que cada mono es distinto y único y subraya que los sentimientos no son monopolio del ser humano.

Los niños no pierden una sola de las palabras de la británica, salvo cuando toman fotos de la oradora o aplauden sus intervenciones con alegría, agradeciendo las palabras inspiradoras que la doctora les dedica: «es increíble lo que estáis haciendo, estáis cambiando el mundo».

Los más entusiastas agitan muñecos de monitos que han traído consigo al encuentro, quizás para que conocieran en persona a su más famosa defensora.

La doctora aprovecha la ocasión para hacer un llamamiento a cada individuo, a cada ciudadano, a tomar conciencia del impacto que tiene sobre el medio ambiente y asumir esta cuestión como propia y no relegarla a los gobiernos u otras organizaciones.

«Cada día que vivimos, tenemos un impacto ¿Cuál va a ser el tuyo?», pregunta la doctora.

Jane Goodall lo tuvo claro: un buen día de 1960, una joven británica de 26 años decidió marcharse a África, sola y sin ningún conocimiento previo, para internarse en la selva y acercarse a los chimpancés, para experimentar de primera mano lo que era la vida de estos primates.

«¿Cómo se siente en la selva?», «¿Qué hace si ve una serpiente?», «¿Desde cuándo quiere tanto a los animales?» son algunas de las preguntas que la sala dirige a la británica para tratar de escudriñar en la apasionante vida de una mujer que confiesa que a los diez años se enamoró de Tarzán y que tenía celos de «esa otra estúpida Jane» con quien estaba casado.

Goodall responde, como suele, con mensajes serios que invitaban a la reflexión y que hacen especial hincapié en la necesidad de que cada uno contribuya en su día a día a cambiar las cosas.

¿Y de qué tiene miedo una mujer que ha dormido cinco décadas en la selva? ¿Le asustan más las personas o los animales? «Las personas, definitivamente las personas; los chimpancés o los elefantes pueden ser peligrosos, pero la guerra y la violencia… ese tipo de cosas me asustan más».

Fuente: Bruselas, 22 nov (EFE).

Pulpos cargan cocos para esconderse

Por: Ramiro Velásquez Gómez

Contexto: poco a poco queda claro que no sólo los humanos poseen ciertas habilidades cognitivas avanzadas. El 22 de octubre en Current Biology se presentó el caso de chimpancés en Uganda: dos poblaciones vecinas empleaban herramientas distintas para solucionar un problema: extraer miel de un tronco caído. Los de la selva de Kibale emplean palos, mientras que los de Budongo utilizan esponjas de hojas que fabrican mascándolas.

La explicación más plausible, de acuerdo con Kalus Zuberbühler, de la Universidad St Andrews en Escocia es que los chimpancés se apoyan en el conocimiento cultural preexistente para tratar de solucionar una tarea nueva.

Algún otro uso habrían de encontrarles. ¿Para qué tiene un pulpo ocho brazos? Pues para cargar el escondite podrá ser la respuesta de ahora en adelante.

Sí, lo que se creía reservado para humanos, que luego se observó en otros primates y luego en otros mamíferos y en aves, también es asunto de invertebrados: el manejo de herramientas. Y, vaya, de qué manera.

Julian Finn y Mark Norman del Museo Victoria en Melbourne (Australia) encontraron y estudiaron el caso de un pulpo que porta un coco para, cuando amenazado, meterse en él, cerrarlo y quedar más bien escondido que elefante detrás de un poste.

El hallazgo acaba de ser publicado en la publicación especializada Current Biology.

El pulpo emplea distintos objetos como morada, lo cual no es considerado un uso de herramientas y es común en estos octópodos. Pero los investigadores se toparon en el fondo del mar con el pulpo de venas Amphioctopus marginatus y hallaron algo sorprendente.

Luego de 500 horas de buceo, observaron el comportamiento de 20 de estos pulpos. En cuatro ocasiones, los individuos recorrieron grandes distancias, más de 20 metros, portando las dos mitades de un coco debajo de su cuerpo.

«Hay una diferencia fundamental entre agarrar un objeto cercano y colocárselo sobre su cabeza como protección, versus recoger, acomodar, transportar (con dificultad) y ensamblar una armadura portátil por necesidad», indicó Norman.

El único beneficio de la complicada maniobra es emplear luego las conchas como refugio o guarida, lo que es muy distinto a lo que hace el cangrejo ermitaño al utilizar la concha abandonada por un caracol.

El hallazgo se hizo por casualidad, agregó Finn, que aunque muchas veces había visto pulpos escondidos en conchas nunca esperó hallar algunos que las cargaran y usaran luego como escondite.

En los últimos pocos años ha aumentado el número de animales que emplean objetos, desde insectos hasta primates, pero la definición de lo que es una herramienta aún es objeto de discusión. Pero el hallazgo de este pulpo cogiendo y cargando el coco partido sugiere que incluso los invertebrados marinos se involucran en conductas que se pensaban únicas de los humanos.

Los pulpos excavaban en el lecho marino para sacar las mitades del coco, las limpiaban con corros de agua, las colocaban una sobre otra y las transportaban.

Fuente: www.elcolombiano.com

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