La fama de Santo Tomás como pueblo de devotos cristianos pone en primer plano a este municipio del Atlántico cada Semana Santa, donde los flagelantes son los protagonistas del Viernes Santo.
Pero esta imagen se diluyó este año muy rápido, no solo entre sus habitantes y en el resto del país, pues la noticia de que el domingo, poco después de la procesión de Resurrección, «llovieron» peces le dio la vuelta al mundo.
Según la agencia Efe , Ángel Caballero, auxiliar de la parroquia local, relató que poco después de la procesión «empezó a estremecerse un palo de mango. Del árbol comenzaron a caer pescados. Nos asomamos y eran peces pequeños, tipo bocachicos».
Algunos vecinos de la calle de la Independencia, donde ocurrió el hecho, dijeron a varios medios de comunicación que «desde el palo de mango cayeron más de 400 peces».
Para las dos principales figuras de Santo Tomás, el párroco, Carlos Arturo Quevedo, y la alcaldesa, María Antonia Mejía Caballero, la noticia, además de ser sorprendente, es cierta.
«Ante todo es un signo de la naturaleza. Esto debe servir para tomar una actitud de cambio, de solidaridad, en momentos en que estamos en un mundo de egoísmo», dijo el padre Quevedo.
El sacerdote informó del hecho a monseñor Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Barranquilla, para que determine si las autoridades eclesiásticas deben realizar una investigación al respecto.
«Las personas que lo vieron son serias, de mucha credibilidad», sostuvo la Alcaldesa, quien agregó que «puede ser una buena señal para Santo Tomás».
La mandataria local indicó que es conveniente que expertos en fenómenos naturales analicen lo sucedido, para establecer, desde el punto de vista científico, las razones del mismo.
Razones científicas
Aunque la señora Mejía indicó que el fenómeno se presentó lejos de la ciénaga del municipio -a orillas del río Magdalena-, hábitat de bocachicos y otros peces, no es improbable que estos procedan de allí.
Estudios realizados en varias partes del mundo, donde se han presentado «lluvias» de peces de manera esporádica o habitual, indican que las trombas y los tornados absorben el agua de ríos y otros depósitos naturales, con todo su contenido, y llevan huevos, alevinos y hasta peces medianos a grandes distancias, incluso a cientos de kilómetros.
Esto seres vivos pueden sobrevivir por un corto periodo de tiempo en depósitos de agua formados en la tierra, en los árboles o en techos de casas, de donde después pueden caer por causa del viento.
En Australia y Honduras se han documentado varios de estos fenómenos.
En Colombia, el año pasado se registró una «lluvia de sangre» en Bagadó (Chocó), que según científicos se pudo haber generado por la muerte de algunos peces y otros animales pequeños durante un fenómeno similar a los mencionados.
Fuente: El Colombiano