«La posibilidad de recrear un rostro es tan rica como subjetiva»: Brian Joseph Davis


Por: Carlos Andrés Naranjo-Sierra
El cofundador del website literario Joyland, Brian Joseph Davis descubrió una herramienta en internet para ayudar a realizar retratos hablados, llamada Faces ID, disponible en internet para realizar retratos y decidió usarla para crear The Composites: un blog de rostros de personajes literarios generados a partir de sus descripciones.

La revista El Malpensante hace referencia al tema en su edición 130, en el artículo Retratos hablados y dice que el autor desarrollo su interés a raíz de novelas policiacas como Mis rincones oscuros de James Ellroy y Zodiac de Robert Graysmith, en donde se confirma que, tanto en la ficción como en el intento de reconstruir una historia real, la posibilidad de recrear a un personaje es tan rica como subjetiva.

«El resultado es una reinterpretación –una entre muchas posibles–, una nueva lectura a través de la imagen», dice el texto. Una interesante afirmación que apoya nuestro estudio sobre si funcionan los retratos hablados en el que sostenemos que son tantas las variables que intervienen en la construcción de un retrato hablado, que solo debe ser tenido en cuenta como un indicio y nunca como una prueba judicial.

Memorias inducidas

Por: Antonio Vélez

Daniel Schacter, sicólogo de Harvard, clasifica las fallas de la memoria en siete categorías básicas, o como los llama él, los siete pecados capitales de la memoria: fragilidad, distracción, bloqueo, sesgos, proclividad a la sugestión, atribución errónea y persistencia indeseada. Los tres primeros son pecados de omisión: fallamos al tratar de acordamos de un suceso, un nombre o un hecho; los tres siguientes son de comisión: tenemos un recuerdo almacenado, pero no es correcto; el último es de antiomisión: contra toda nuestra voluntad, no podemos borrar de la mente el recuerdo.

La fragilidad es la esencia de la memoria: se refiere al debilitamiento de los recuerdos, o aun pérdida total, a medida que transcurre el tiempo. Las fallas de memoria por distracción, como objetos extraviados o una cita que se olvida, se producen más de una vez porque algo nos ocupa por un momento la atención. Los bloqueos son frecuentes: intentamos marcar con suma urgencia un número telefónico muy conocido, pero la mente se bloquea y el recuerdo nos juega escondites.

En el ámbito judicial, las fallas más peligrosas de la memoria son las de comisión: sesgos, proclividad a la sugestión y atribución errónea. El pecado de los sesgos o propensiones alude a influencias internas que distorsionan los recuerdos: nuestros conocimientos y creencias actuales afectan notablemente nuestro banco de memorias, de tal manera que tendemos a corregir el recuerdo de las experiencias pasadas, a la luz de lo que sabemos o creemos en la actualidad.

La proclividad a la sugestión se refiere a recuerdos falsos implantados por medio de preguntas, observaciones o sugerencias inductivas, formuladas cuando una persona intenta recordar una experiencia pasada. Tenemos tendencia a incorporar en los recuerdos personales información procedente de fuentes externas, como versiones escuchadas a otras personas, imágenes presenciadas, material escrito o lo observado a través de los medios de comunicación.

Algo que un juez idóneo debe tener en cuenta es que la forma cómo se hacen las preguntas puede contribuir a que los testigos oculares hagan identificaciones erróneas. Se ha demostrado que los procedimientos sugestivos pueden favorecer la formación de recuerdos falsos. Por ejemplo, las entrevistas agresivas a niños a veces se traducen en memorias distorsionas de supuestos abusos sexuales a cargo de profesores u otros adultos, incluidos lo padres. Los resultados han tenido repercusiones nefastas en los interrogatorios policiales, dado que los recuerdos de un suceso resultan alterados. En las llamadas entrevistas cognitivas se estimula la evocación de detalles que quizás al principio no se recordaban, a fin de que el testigo recupere mentalmente el contexto o escenario verdadero en que se produjo el suceso. Pero la experiencia ha demostrado que en ocasiones puede llegarse a extremos indeseados, lejos del propósito que se busca. La sugestionabilidad sigue siendo una preocupante vulnerabilidad de la memoria, especialmente en los niños.

El pecado de atribución errónea, común por cierto, consiste en asignar un recuerdo a una fuente equivocada, o confundir un sueño con la realidad, o recordar incorrectamente. Las consecuencias más lamentables se presentan en el ámbito legal: el testigo recuerda hechos que no ocurrieron, o que sí ocurrieron, pero fueron situados en lugares o momentos equivocados. El término acronogénesis, que significa desorden de la secuencia temporal, se emplea para describir los errores de ubicación en el tiempo.

Debido a estas fallas de nuestra vulnerable memoria, en la cárcel, como en el manicomio, no están todos los que son ni son todos los que están.

Fuente: Ámbito Jurídico

Los recuerdos y la imaginación

“Un importante aspecto del recuerdo es que una vez almacenado, cuando se evoca para traerlo de nuevo a la conciencia, por lo general, sufre importantes modificaciones que alteran su contenido al punto de hacer por momentos dificil reconocer entre lo que creemos que sucedió, o se dijo, y lo que realmente fue”.

La memoria funciona de manera extraña. Es el fruto de miles de años de evolución y no esta diseñada para guardar recuerdos de forma literal sino conveniente. Su importancia radica en la capacidad que asigna al individuo para sobrevivir y no en la de ganar exámenes o recitar versos y números por doquier.

La forma en que almacenamos la información se origina en el núcleo del cerebro, llamado hipotálamo, donde almacenamos la información a corto plazo, para luego fijarse en la corteza cerebral a largo plazo, de acuerdo con la frecuencia con la que recurrimos a ésta y el contexto en que es almacenada.

No será lo mismo memorizar una fórmula matemática para alguien que la vió un par de veces antes de una evaluación en el colegio que para un ingeniero que la usa todos los días en su trabajo. También hay ocasiones en que que no necesitamos mucha frecuencia para fijar un recuerdo pues la emoción del momento, positiva o negativa, tiene un poderoso efecto.

El psicólogo Daniel Kahneman, premio Nobel de economía en el 2002, y sus colegas, han demostrado que el modo en que recordamos una experiencia depende de cómo nos afecta dicha experiencia en su momento más álgido y como termina. Así que entre una experiencia desagradable que dura un minuto y una igualmente desagradable que dura dos pero termina bien, posiblemente tengamos un recuerdo menos negativo de la segunda a pesar de que la molestia duró el doble.

Empero todos hemos escuchado casos de prodigios que son capaces de recordar con pasmosa exactitud una escena, un número o una fecha. Es precisamente por eso que son excepcionales y sus características muchas veces representan más un problema que una ventaja.

Un importante aspecto del recuerdo es que una vez almacenado, cuando se evoca para traerlo de nuevo a la conciencia, por lo general, sufre importantes modificaciones que alteran su contenido al punto de hacer por momentos dificil reconocer entre lo que creemos que sucedió, o se dijo, y lo que realmente fue.

Posiblemente convenga tratar de recordar este particular aspecto del recuerdo, valga la redundancia, la próxima vez que estemos discutiendo sobre lo que alguien mencionó o sobre lo que sucedió, en vez de ensartarnos en discusiones bizantinas en las que se hace practicamente imposible reconocer entre lo acontecido y lo imaginado.

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